La necesidad de aprobación

Hace varios días que vengo reflexionando acerca de la necesidad de aprobación. Fue a raíz de una conversación sobre la ropa que “pega” y “no pega” con mi hija y la persona que nos atendía en un centro comercial.

 

Necesitábamos comprar un pantalón corto y alguna camiseta, y cuando mi hija Jana eligió las prendas que le gustaban, a ojos de la dependienta parecieron no conjuntar en absoluto. Entonces, me insistió -sin mirar a mi hija- en otra camiseta que consideraba “le iba mejor”.

Jana le dijo que prefería la que había elegido ella, previamente. “Tiene las ideas muy claras”, apostilló -como si fuera algo malo-. Respondí un sí, pagué y nos marchamos. 

 

De camino a casa pensé en preguntarle a mi hija acerca la situación. Ella iba moviendo la bolsa de un lado para otro, compartiéndome el plan que teníamos para esa tarde… Preferí no decirle nada. ¿Hice bien?

 

A mí, la escena me removió...

Esa misma noche, leyendo a Wayne W. Dyer -autor de Tus zonas erróneas-, un libro que voy disfrutando a sorbitos, lo abro por la página 75: “Tú no necesitas la aprobación de los demás”.

 

¡Tachán! Dice la reconocida psiquiatra española Marián Rojas Estapé, autora de libros tan maravillosos como "Cómo hacer que te pasen cosas buenas" y "Encuentra  tu persona vitamina" que lo que el corazón desea de verdad, la mente se lo acaba mostrando

 

La necesidad de aprobación equivale a decir que lo que tú piensas de mí es más importante que la opinión que tengo de mí misma.

¿Cuánto tiempo hemos perdido en nuestra vida esforzándonos por lograr la aprobación de alguien? Familiar, pareja, amig@, compañero de trabajo, jefe... 

 

A cualquiera le gusta un aplauso, una alabanza… ¿Quién quiere renunciar a eso? Nadie. Y es que la aprobación no es un mal en sí mismo. Es la búsqueda de aprobación como necesidad lo que nos daña. Y vivimos en una sociedad que refuerza este comportamiento casi como norma de vida. 

 

Si un niño siente que no puede pensar o actuar sin antes requerir el permiso de sus padres, hemos plantado la semilla de la desconfianza en sí mismo, y desde muy pronto. 

He aquí una conversación muy frecuente:

 

-Puedes ponerte lo que quieras, hijo.

-¿Qué te parece esto, mamá?

-No, no, mi amor ¡Las rayas y los lunares no se ven bien juntos! Ve a cambiarte para que conjunten

Puede que no recuerdes todos los mensajes de búsqueda de aprobación que te fueron dictando cuando eras niño/a, pero seguro que te llegaron desde muy pequeñito/a y ahí los tenemos almacenados. 

 

"Cuando abandonabas tu casa para ir al colegio, entrabas en una institución especialmente diseñada para inculcar a los niños el comportamiento y el pensamiento adecuado para lograr la aprobación de los demás. Pide permiso para todo. No te bases nunca en tu propio juicio. Pide permiso para ir al baño, siéntate en la silla señalada, permanece callada... Todo estaba (y está) enfocado hacia un control ejercido por los demás. En vez de enseñarte a pensar, te enseñan a no hacerlo por ti misma. No escribas en los márgenes, estudia los capítulos uno y dos esta tarde. La libreta de calificaciones es un mensaje para tus padres para comunicarles el grado de aprobación que alcanzas...", escribe Dyer. 

Y ayer, al leer la última publicación de madremente bajo el título “Los niños no caben en el mundo”, la escena del centro comercial volvió a removerme. No caben... Y más allá de nuestra diminuta parcela de actuación en casa, ¿qué podemos hacer? 

 

Ojalá sigas teniendo siempre las ideas tan claras y cuando sientas que no es así, mira hacia adentro. Gracias, Jana. Siempre maestra

Carla Peña

Periodista

Fundadora de earlychildfood.com

Mamá, Guía Montessori

Educadora certificada en Disciplina Positiva

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